martes, 12 de marzo de 2013

Cocinillas


Y puntual como siempre, Bruno toca el timbre justo a y media. Después de andar diez minutos llegan a un portal en el que  puede leerse el número 2. Él saca las llaves del bolsillo y abre la puerta. Suben en el ascensor y se paran frente a la puerta con la letra F. Cuando entran en la casa Hugo les espera en la puerta.

-Os he visto por la ventana- explica
-Ahora voy a tener más cuidado de con quien paso por aquí sabiendo que te dedicas a espiar por las ventanas.-bromea su hermano.
-Como quieras. Me alegro de volver a verte Azahara.
-Yo también.
-Bueno, ¿nos ponemos manos a la obra o qué?- interviene Bruno.

Su hermano asiente y la chica les sigue a la cocina. Es una cocina muy espaciosa y moderna con azulejos rojos y blancos y una encimera negra. Prácticamente en el centro hay una mesa con cuatro sillas, sobre la mesa un mantel de frutas. Hugo les deja solos y se marcha.

-¿Tu hermano no se queda?
-No, no le van mucho estas cosas, es un poquillo aburrido pero no se lo digas, él dice que ya es un adulto y que está por encima de estas cosas.
-¿Y tus padres no están en casa?
-Se han ido al pueblo a pasar el finde, por eso vamos a hacer esto mi madre me mataría si estuviese. Ten, toma este delantal- Bruno le tiende un delantal con el dibujo de un cerdito regordete comiendo manzanas. Ella lo coge y se lo pone. El de él es verde y tiene pollitos.
-Me gustan tus delantales, son preciosos.
-¿Verdad que sí? Bueno aquí tenemos el menú, tenemos que elegir uno de cada, ¿sí? De primero: espaguetis a la carbonara, ensaladilla rusa o arroz tres delicias. De segundo: albóndigas, filetes empanados o merluza en salsa verde. Y de postre: fresas con nata, natillas de chocolate con galletas o yogur de frutas. ¿con qué te quedas?
-No sé, todo suena muy bueno, ¿qué me recomiendas?
-Espaguetis y albóndigas, de postre me da igual.
-Estoy de acuerdo pero tengo una idea para el postre.
-¿Cuál?
-Ponemos fresas y como varias “salsas” por llamarlas de algún modo para untarlas, una salsa es la nata, otra las natillas con galletas y otra el yogur de frutas.
-Es una idea fantástica, nunca se me habría ocurrido.
-Ya son las dos si no empezamos ya mejor preparamos la cena.

Se ponen manos a la obra y mientras Bruno se dedica a evitar que los espaguetis se peguen, Azahara hace albóndigas cuadradas.
-¿Cuadradas?
-¿Por qué no? ¿A que nunca las has probado?
-No.
-Pues ya va siendo hora.

Los espaguetis ya están casi listos y Bruno se pone a ayudar a su amiga con las albóndigas. Coge un poco de harina y se la lanza a Azahara. La chica chilla y contrataca con más harina. Él coge otro puñado y se lo lanza, ella va a lanzarle otro cuando ve que el chico ha cogido una de sus albóndigas.

-No, no, las albóndigas no.
-Vale, tregua.

Se miran el uno al otro y se echan a reír. Azahara está prácticamente cubierta con ese polvo blanco, Bruno sólo la mitad derecha. Ella intenta retirarse un poco de harina que se le ha quedado en el la mejilla pero tiene las manos llenas de harina y lo único que consigue es mancharse más. Él se limpia las manos en un trapo y le ayuda a limpiarse la mejilla. Cuando la mano de él roza su piel una sensación cálida se extiende por todo su cuerpo. Se quedan así durante unos instantes y al final él retira la mano.

-Gracias
-¿Seguimos?
-Sí.
Acaban con las albóndigas.

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