martes, 25 de junio de 2013

Ricitos


-Valen, estoy hasta los cojones de mis padres. Me están volviendo loca que si “haz esto”, “haz lo otro”, “recoge tu cuarto”, “la faldita más larga”, “friega”, “vuelves a las doce”… No les aguanto ni un minuto más. Ayúdame, please.
-Pero ¿qué quieres que haga yo?
-Sacarme de aquí. ¿En tu piso no tenéis alguna habitación libre?
-Sí, pero creo que te olvidas de que no vivo sola.
-Ya, pero necesito salir de esta casa y no tengo money para un piso. No será para mucho tiempo, mis padres se darán cuenta de que me necesitan y me rogarán que vuelva. Por favor, Valen, habla con tus compañeros.
-Vale, pero no te prometo nada.
-¡Gracias! ¿Te he dicho alguna vez que te quiero? Pues lo retiro. ¡Te adoro!
-No te alegres tanto que no lo has conseguido todavía. Voy a preguntárselo, luego te llamo.
-OK.

Valentina se reúne con sus dos compañeros de piso para hablarles de la petición de su prima. Ellos aceptan y en dos horas aparece Lía con una gran maleta rosa chicle.

-Hola, Valen. Muchísimas gracias.
-No me las des a mí. Anda, entra y te los presento. Esta es Tania y este es Alberto. Chicos esta es mi prima Lía.

Lía le dedica primero una sonrisa a la chica para pasar a centrarse sólo en él. Alberto es un chico ni alto ni bajo, ni gordo ni delgado. Su cabello espeso y rizado de un tono casi rubio le cae hasta la mitad del cuello. Su cuello, tan pálido como el resto de la piel conduce a unos hombros anchos  y un tronco cubierto por una amplia camiseta roja tras la que Lía ya puede imaginar una buena tableta de chocolate. Sus brazos son fuertes y sus manos grandes, perfectos para jugar al balonmano, deporte que practica desde hace años según le ha contado Valen.

Las chicas y Alberto siguen hablando pero Lía no está escuchándolos, se ha quedado hipnotizada por los ojos verdosos del joven.
-¿Lía? ¿Estás bien?

De repente sale del hechizo. Es él quien le está hablando con esos labios tan carnosos. Y están solos, ni siquiera se ha enterado de que su prima y la otra chica se han ido.

-Sí, sí, perfectamente.
-Menos mal, ya me habías asustado. ¿Te enseño tu habitación?
-Claro, Alberto.
-Puedes llamarme Ricky si quieres.
-¿Ricky?
-Sí, me llaman así.
-¿Por qué?
-Por mis rizos. Un colega dijo que le recordaba a Ricitos de oro y por eso me empezaron a llamar Ricky.
-Me encanta Ricky, sí. Y juegas al balonmano o algo así, ¿no?

sábado, 15 de junio de 2013

La fiesta


Cuatro menos cinco de la tarde. Azahara escucha música tumbada en el sofá. Suena el timbre. ¿Quién será a estas horas? Se levanta y abre. Su prima Irina aparece ante sus ojos.

-Cualquiera diría que has visto un fantasma, prima.
-No te esperaba.
-Dije que vendría. ¿No has leído mi mensaje, el de esta mañana?
-Sí, pero es muy pronto.
-No, es la hora perfecta para que tú y yo nos vayamos de tiendas.
-No me apete…
-No acepto un no por respuesta así que te arreglas y nos vamos. No te preocupes por la cartera, pago yo.
-Eso sí que no.
-Será tu regalo de cumple. Ah, por cierto, felicidades.
Azahara resopla.
-Voy a prepararme.

Está en su habitación buscando una chaqueta que combine con su nueva camiseta cuando cree oír el timbre. Ya está preparada, sale de su habitación y se reúne con su prima.
-¿Han llamado? Me ha parecido oír el timbre.
-Yo no he oído nada. Anda, vámonos.

Hasta que no han pasado un par de minutos desde que se cerrase la puerta, Bruno no sale de la habitación de Dani. Sergio y Lía no tardan en aparecer y la casa empieza a adquirir un toque más festivo.

 

Azahara va sentada junto a su prima en el autobús. Siente cómo la mirada de la anciana que acaba de entrar se fija en ella, en ese vestido que su prima ha insistido en que se comprase y se llevase puesto. Es bonito pero demasiado fresco para un día como este, en la calle no deben de superarse los doce grados. La señora sigue mirándola así que ella le dedica una sonrisa y se pone a mirar por la ventanilla. Al llegar a su parada y bajarse del bus se tropieza y de no ser porque Irina la ha cogido del brazo se hubiese caído. Son esos malditos tacones que “no podemos dejar en la tienda con lo bien que te quedan”  y que “quedan perfectos con el vestido”. Tiene que reconocer que andar con tacones no es lo suyo a pesar que Lía le haya prácticamente obligado a usarlos últimamente. Irina parece divertirse con la situación.

-¿Por qué te ríes? No es gracioso.
-Tú eres graciosa.
-¿Yo?
-Sí, porque parece que te diese miedo andar. No se van a romper.
-Sí que se rompen, lo vi en una peli el otro día.
-Ya, y yo he visto Crepúsculo y no por eso creo que los vampiros existan.
-Es distinto- la joven se baja un poco el vestido ante la mirada reprobatoria de otra señora-. Otra vieja mirándome. Debo parecer un payaso.
-¡Qué va! Estás muy guapa. Además ya no te van a mirar más viejas, ya llegamos.

Mientras suben en el ascensor Azahara observa su reflejo. No tiene tan mal aspecto después de todo.
-Te falta algo de maquillaje- le dice  su prima sacando del bolso una esponja con maquillaje y extendiéndoselo a base de golpecitos-. Y un poco de pintalabios. Ves, ya estás perfecta.
Azahara vuelve a mirarse en el espejo y, sí, su prima tiene razón, se la ve distinta y mucho más guapa, aunque esté mal que ella misma lo piense. Y aprovechando la distracción de su prima, Irina coge el móvil y le manda un whatsapp  a Dani para avisarle de que están llegando. Llegan a su piso, el noveno, y salen del ascensor. Azahara abre la puerta del apartamento y un “felicidades” gritado a coro le sorprende. Están todos: su hermano, su abuela, sus primos, primas, tíos, tías, Sergio, Lía y Bruno. Y algo le dice que esta fiesta es idea de este último.

-Anda, entra, no te quedes ahí- la empuja Irina.
-No me lo puedo creer, ¿todo esto es por mí?
-¿Por quién si no?
-Gracias, de verdad.
-¡Qué empiece la fiesta!-grita Bruno.

Azahara va saludando uno a uno a todos los invitados hasta llegar a Sergio y Lía que están sentados en uno de los sofás con una chica a la que no reconoce.
-Chicos, está genial. Me encanta cómo habéis dejado la casa.
-Lo sé, es cosa mía, no podía dejarlo en manos de estos dos, ya los conoces- Lía se da cuenta de que su amiga está intentando averiguar quién es la chica que está a su lado-. Esta es mi prima Valen, ¿te acuerda de que te dije que quería presentártela? No te importa que la haya traído, ¿no?
-Claro que no. Encantada de conocerte, Valen.
-Lo mismo digo. Mi prima me ha hablado muy bien de ti.
-Hoy estás guapísima, Azi. Deberías ponerte vestidos más a menudo.
-No sé, Lía. Os dejo que me están llamando.

Coge el móvil. ¿Bruno? ¿Por qué la está llamando? Lo busca con la mirada por el salón pero no lo ve y pasa a la cocina. Ahí está.
-Bruno.
-Por fin te dignas a saludarme.
-¿Por qué me has llamado?
-Porque Lía es muy acaparadora y yo también quiero que me agradezcas la fiesta.
-Ha sido idea tuya, ¿verdad?
-Pues sí.
-Gracias, Bruno. Eres el mejor.
-¡Eh! No me copies mis frases.
-Es que es verdad, no habría podido imaginar un cumpleaños mejor.
-Exageras pero gracias. Por cierto, estás preciosa hoy. Te sienta muy bien ese vestido y cada día te manejas mejor con los tacones- se ríe.
-¿Te burlas de mí? Pruébatelos tú a ver cómo andas.
-Mejor que tú. Mi hermano y yo jugábamos a ponernos los tacones de mi madre cuando éramos pequeños.
-¿En serio? De ti me lo creo pero ¿Hugo?
-Es casi tan infantil como yo, créeme. Pero dejemos de hablar de mi hermano y de mí que hoy es tu día. ¿Te apetece que empecemos ya con la tarta y los regalos?
-¿Habéis traído tarta y regalos?
-Claro, ¿dónde has visto tú un cumpleaños sin tarta ni regalos? Anda, vete al salón que ahora lo llevo todo.

Una tarta de nata y chocolate de tamaño XXL.
-Te va a quedar tarta para otros dieciocho cumpleaños- se burla su tío.

Dieciocho velas con trampa, de esas que no se apagan y una mirada asesina a Bruno por gracioso. Unos cuantos regalos consistentes en un sobre con dinero, un portátil de parte de la familia de Irina y llega el turno de sus amigos.
-Te aviso de que comparado con el portátil lo nuestro es una mierda- le advierte Sergio.
-¡No digas eso!-le riñe su novia-Lo que pasa es que nuestro regalo es distinto, está hecho con el corazón.
-Anda, dáselo.

Azahara coge el paquete que Lía le ofrece. A primera vista puede parecer un libro bastante grande. Quita la primera capa de papel de regalo y se encuentra con otra. Y otra. Y muchas más. A medida que el tamaño del regalo disminuye también lo hace su paciencia.

-Como no haya nada…
-¿No me creerás capaz de algo así?-bromea Bruno-. Yo nunca haría eso.

Al fin consigue desenvolverlo del todo. Es un diario, pero no uno cualquiera, está personalizado con fotos de los cuatro y una de Valen.
-Es precioso.

-No tanto como su dueña- murmura Bruno. Sergio le da un codazo. Parece que nadie más ha oído su comentario-. Y para que puedas abrirlo siempre…

Bruno le entrega un pequeño paquetito. Este no tiene mil capas de papel así que Azahara lo abre sin problemas. Es una pulsera con adornos que cuelgan, uno de ellos es una pequeña llave que abre el diario.
-Gracias, chicos, me encanta.

La fiesta sigue su curso y a medida que la tarde avanza los invitados se van marchando hasta que sólo quedan la abuela y una promesa de Bruno de venir mañana para ayudarla a limpiar.
-Ese muchacho es un tesoro.
-Sí.
-Pero he echado de menos a Ainara. Sí, lo sé, ya no te habla.
-Ni siquiera me ha llamado para felicitarme.
-Tú también la echas de menos.
-Claro, ha sido como mi hermana siempre y ahora no está. Pero no quiero hablar de ella.
-Entonces cuéntame eso que te reconcome desde hace meses y no te has atrevido a contarme.
-¿Qué?
-No te hagas la tonta conmigo que sabes perfectamente de lo que hablo, niña, eso que querías contarme un día que viniste a verme pero no te atreviste y me contaste una milonga sobre tu hermano.
-No es nada, de verdad, abu.
-Yo no me voy de aquí hasta que salga por esa boquita y no intentes mentirme porque sabes que lo sabré.
-Es que…no
-Si es por Dani, no te preocupes, no se va a enterar.
-Vale. Verás…joder, ¡qué difícil es esto!
-Sin tacos, señorita.
-Perdón. Pues verás, el padre de Bruno…resulta que conocía a mamá. Estuvo saliendo con ella pero no les dejasteis y mamá acabó casándose con mi padre.
-¿El padre de Bruno? ¿Cómo se llama?
-¡Ay! No sé.
-¿Y el apellido?
-Fernández, creo.
-Ah, sí, ya sé de quién hablas, un buen muchacho sin duda. Pero no es eso a lo que das tantas vueltas, ¿me equivoco?
-No, ese hombre me enseñó una carta de mamá que le dieron cuando ella murió. Y ella decía…
-Dímelo, cariño, no tengas miedo.
-Que cuando se casó estaba embarazada de él. Y mamá se casó ocho meses antes de que yo naciera.
-¿Si eres hija de ese hombre? ¿Ese es tu miedo? Pues no, hija. Tu madre perdió ese bebé. Creo que nunca llegó a superarlo, le habría encantado poder tener un hijo del amor de su vida.
-Pero no me salen las cuentas.
-Tú eras sietemesina al nacer, cariño.
-Eso lo explica todo. Pero, ¿por qué nunca me lo has contado? Nunca me hablas de mamá, ¿por qué?
-No lo sé, creo que me avergüenzo de mi comportamiento con ella, a veces pienso que si Diana no logró ser una buena madre con vosotros es porque yo no lo fui con ella. Y aunque me cueste reconocerlo todavía no lo he superado del todo, no puedo negar que ella era mi favorita y si ya es duro perder a un hijo, imagínate.
-Lo siento, no sabía…
-Tenías que preguntar, yo en tu lugar hubiese hecho lo mismo. Y tampoco me perdonaré haberla  separado de aquel hombre, el padre de tu amigo, ella nunca me lo perdonó y eso es lo que más me duele.
-Seguro que sí te perdonó y si no, yo te perdono por ella. Pero cuéntame algo más de ella, por favor.
-Tu madre era tan guapa como tú y tenía un carácter tan parecido al tuyo… Cuando era pequeña decía que quería convertirse en la mejor médica de la historia y que no se iba a enamorar, que los chicos eran unos burros y que eran muy feos. Imagínate a una niña de unos ocho años diciendo eso. Diana no era una niña que soñase con encontrar a su príncipe azul y vivir como una princesita en su castillo, no. Le encantaba ser el centro de atención, eso sí. Fue creciendo y convirtiéndose en una joven preciosa y, claro, la idea de enamorarse ya no le parecía tan mala. Y cuando encontró a su príncipe azul desterró completamente la idea de vivir sola. Era tan feliz con él pero… su padre no lo quería y los padres de él tampoco así que nos aliamos y los separamos. En ese momento tu madre cambió su carácter, que se volvió más agrio, no nos dirigió la palabra durante años y se casó con ese hombre que os hizo tan infelices. El resto ya lo conoces.

 

sábado, 8 de junio de 2013

Un día especial


Más de dos meses después de aquel beso todavía no lo ha olvidado. Pero las cosas han cambiado tanto desde entonces… Bruno sigue siendo sólo su amigo, sí, pero ahora salen en grupo con Lía y Sergio. Su hermano ha aprovechado las continuas salidas de Azahara para revolucionarse. Irina y Leo han cortado y ella ha vuelto a casa de sus padres. Ainara es, sin duda, otra persona distinta: apenas aparece por clase, no ha vuelto a quedar con su ex-mejor amiga, se ha teñido el pelo de rojo, no se baja de esos andamios que lleva por tacones y se ha  vuelto más antipática que nunca; y todo eso sólo por ese estúpido novio suyo.

En un día tan importante como hoy no puede evitar acordarse de Ainara, esa inquieta chiquilla ha estado siempre a su lado pero algo le dice que hoy será distinto. Estará demasiado ocupada para acordarse de ella.

Todavía no ha sonado el despertador pero aun así se levanta y se pone a preparar el desayuno. Al entrar en la cocina se da cuenta de que su móvil está encima del microondas. Tiene tres mensajes de sus primas. Uno de ellos es de Irina: “Felicidades primota, jajaja. Te me haces mayor, pequeñina. Luego voy a verte, ¿vale?” Azahara contesta a los tres mensajes y empieza a cortar pan para hacer tostadas.

-Buenos días.
-¿Ya te has levantado? ¿Hoy no te quedas “un ratito más”?
-No tengo sueño. ¿Qué día es hoy? ¿No será 1 de abril?
-Sí, eso parece.
-¡Felicidades, Azi!- Dani se lanza a los brazos de su hermana.
-Gracias, peque.
-Déjame tirarte de las orejas, porfi.
-Vale, pero flojito.
-Azi, te están llamando.
-¿Quién es tan madrugador?
-¡Felicidades! ¿Qué tal te has despertado, princesa?
-Bien y veo que tú también.
-¿Cuándo no me despierto yo bien? Dieciocho ya ¿no?
-Sí.
-¡Ya te pueden meter a la cárcel! Aunque como tú eres una niñita buena…
-¡Eh!
-¿Qué? ¿No es verdad?
-No.
-Ya…Bueno yo sólo quería felicitarte, maja. Pásalo bien, ¿sí?
-Claro, gracias, Bruno.
-Adiós, preciosa.

¿Cómo lo ha sabido? No recuerda habérselo dicho en ningún momento. Aunque, ¿qué no sabe Bruno? Ese chico siempre la sorprende. La llamada de Bruno le acaba de alegrar el día.

Ahora es el móvil de Dani el que recibe una llamada. Lo tiene en silencio así que su hermana no se entera.

-Hola, Dani.
-Hola. ¿Quién eres?
-Ah, lo siento, se me olvidaba que tú no tienes mi número, soy Bruno.
-¿Desde cuándo tienes mi teléfono?
-Tu hermana me lo dio.
-¿En serio?
-No, le cogí el móvil y lo miré, pero eso es lo de menos. Quiero prepararle una fiesta sorpresa a tu hermana.
-¿Qué? ¿Una fiesta? ¿Para Azi?
-Sí, le encantará. Pero necesito tu ayuda. Tiene que ser en tu casa para que no sospeche y necesitamos que alguien la saque de ahí un rato.
-¿Quién?
-No sé, alguna prima o tía, no sé.
-Irina…sí seguro que quiere ayudarnos.
-Perfecto. Oye, llama a alguien más de tu familia, le gustará verlos.
- Vale.
-Genial. Entonces voy a tu casa sobre las cuatro o así. Azi tiene que haberse ido, si no llámame, ¿sí? Y la fiesta empezará sobre las seis.
-Sí.
-Gracias por ayudarme Dani, eres el mejor. Nos vemos esta tarde. Hasta luego.

Dani reflexiona sobre la idea de Bruno. A él nunca se le había ocurrido nada igual, cierto es que a Azi no le gustan demasiado las sorpresas pero esta vez será diferente porque es cosa de su amigo. Su hermana ha cambiado mucho desde que lo conoce: ahora se la ve más feliz, incluso se ha vuelto algo más tolerante con él.


Irina juega con el móvil en la cama. Hoy no tiene que ir a clase pero le ha despertado el mensaje de su prima y no ha conseguido volver a dormirse. De repente se para el juego y aparece un cartelito “Dani llamando”. ¿Qué querrá?
-Primito, ¿qué tal?
-Bien, pero necesito un favor.
-Claro, dime.
-Tienes que entretener a Azi mientras preparamos su fiesta sorpresa.
-Por supuesto, pero ¿una fiesta? ¿Ha sido idea tuya?
-No, de Bruno.
-¿Bruno? ¿Quién es…? Ah, sí, ya se quién es. Entonces, ¿cuánto tengo que entretenerla?
-Desde las cuatro hasta las seis.
-Dani, date prisa o vas a llegar tarde a clase- se oye gritar a Azahara.
-Vete, no vaya a ser que empiece a sospechar. Adiós.


-¡Bruno, joder, que estoy en pleno rodaje! ¿Qué cojones quieres?
-No te pongas así, yo sólo quería invitarte a una fiesta.
-Lo siento, no puedo, estoy muy liado.
-Es el cumple de Azi.
-¿Hoy?
-Sí, por eso le hemos preparado una fiesta sorpresa y quería que tú y Lía vinieseis.
-Vale, pero sólo porque Lía  no me lo perdonaría.
-¿Qué es eso que no te perdonaría yo?
-No ir al cumple de Azi, es hoy.
-Por supuesto que no, dile que allí estaremos.
-¿Bruno? ¿A qué hora?
-Empezar empieza a las seis pero yo voy a las cuatro a prepararlo.

Lía le quita el móvil a su chico.
-Nosotros también vamos a prepararlo porque no me fío de ti preparando algo así.
-¿A las cuatro?
-Sí. Otra cosa: ¿puedo llevar a mi prima? Quería presentársela a Azi pero no he encontrado el momento.
-Claro, cuantos más mejor.
-¿Y el regalo? ¿Le has comprado algo o le compramos uno conjunto?
-Pues no he pensado nada.
-No pienses, yo me encargo. Nos vemos a las cuatro.
-¿Me devuelves mi móvil?
-Claro, cielo. Ah, me ha dicho el boss que como no vayas ya te quedas out.
-¿Y me lo dices ahora?-Sergio se marcha en dirección al plató.
-Cariño, yo me voy, ¿vale? Nos vemos luego.
-Sí, sí.

Lía sale del almacén que hace las veces de plató y saca las llaves del coche del bolso. Abre la puerta del biplaza y deja el bolso en el asiento del copiloto. Tiene muchas cosas en las que pensar empezando por el regalo de su amiga y acabando por lo que se va a poner para la fiesta. Tal vez el regalo sea lo más complicado, hace dos meses que la conoce y aunque hayan pasado bastante tiempo juntas, es difícil saber cómo acertar. Saca el móvil dispuesta a anotar las ideas que se le vayan ocurriendo pero la pantalla permanece en blanco durante varios minutos hasta que renuncia y acelera.
-¡Lía! No te esperaba hoy por aquí.
-Ya, pero te necesito. Es el cumple de Azi, nos han invitado a la fiesta y tengo que encontrar un buen regalo.
-¿A mí también?
-Sí, se lo he preguntado a Bruno y está de acuerdo.
-¿Y Sergio? ¿También va?
-Claro. Pero céntrate Valen, ¿qué puedo regalarle?
-No sé, no la conozco. ¿Un mp5? ¿Una Tablet? ¿Un libro? ¿Una caja de bombones?
-Me acabas de dar una idea.
-¿Yo?
-Sí, ven, nos vamos

sábado, 1 de junio de 2013

Pensamientos...


A mediodía, Azahara vuelve a casa, su alegría se refleja también en el tiempo: el sol brilla en un cielo azul. Tal vez deba plantearse salir de casa más a menudo, con Ainara sólo salía algún que otro viernes o para alguna fiesta. Y la verdad es que le gusta la idea de salir por ahí con Bruno, Sergio y Lía. Cuando llega a casa se da cuenta de que hay algo de lo que no se ha acordado y que es demasiado importante como para dejarlo correr: esa maldita frase en la carta de su madre. Las matemáticas no fallan y si eso es verdad ella sería… No, no quiere ni pensarlo. No puede ser verdad. Mira en el reverso de la foto de la boda de sus padres y sí, es esa fecha, ¿cómo iba a olvidarla? Coge papel y un boli y escribe la operación. Igual. Las matemáticas no se equivocan. Pero, alguien tiene que poder ayudarla, alguien tiene que saber la verdad. ¡Su abuela! Sí, solo ella puede saber  si es verdad o se está volviendo loca. Tiene el móvil en la mano. Mira la hora. Las dos menos veinte. Vuelve a mirar el teléfono. Busca en la agenda y no tarda en encontrarlo. Y llama.

-Hola, cariño. ¿Qué tal estás?
-Bien, abu. ¿Y tú?
-Con la cadera, hija, como siempre. Pero ¿qué querías?
-Hablar contigo, ¿puedo ir esta tarde a verte?
-Claro, ya lo sabes. ¿De qué quieres hablar?
-Te lo cuento esta tarde. Adiós, abu.
-Hasta luego, cariño.
Cuando llega a casa de su abuela el cielo está de nuevo cubierto.
-Mi niña preciosa.
-Hola, abuela.
-Te veo más guapa hoy.
-Cosas tuyas.
-Invenciones de una vieja chalada, ¿no? Bueno, ¿qué querías contarme?

No se atreve a contárselo. No se atreve a preguntar. Le habla de Dani, de que está preocupada por sus estudios y cosas así. No es mentira pero tampoco es lo que le ha traído aquí.
-Ay, niña, te preocupas demasiado, seguro que es una mala racha, ya pasará.
-Sí, ya pasará…
-¿Sólo era eso?
-Sí.

Entonces suena su móvil. Es Bruno. Se levanta y lo coge.
-Buenas tardes, señorita.
-¿Buenas?
-Ahora son mejores. ¿Sabes? He estado hablando con Sergio y hemos decidido ir esta noche a una fiesta de un amigo suyo. ¿Te apuntas?
-¿Esta noche?
-Sí. Di que sí, porfa.
-Pero no tengo qué ponerme.
-No te preocupes por eso, Lía se encarga. Pero vente, que sin ti no es lo mismo.
-Vale.
-¡Bien! Entonces te paso a buscar en una hora y vamos a casa de Lía a prepararnos.
-De acuerdo.
-Adiós, Azi.

La chica guarda el móvil, coge el abrigo del perchero de la entrada y se acerca a la mesa donde sigue su abuela.

-¿Ya te vas?
-Sí, tengo planes.
-¿Ainara?
-No.
-Pásalo bien de todos modos.
-Gracias- abraza a la mujer y le da un beso en la mejilla.
-Te quiero, cariño.
-Yo también, abu.

La joven se va dejando a su abuela algo intranquila, la conoce demasiado bien como para creerse lo que le ha contado. ¿Una fiesta? ¿Cómo se le ha ocurrido eso a Bruno? No es que tenga el cuerpo para fiestas pero no podía decirle que no a Bruno. Además, no puede ser tan malo, ¿no?