sábado, 1 de junio de 2013

Pensamientos...


A mediodía, Azahara vuelve a casa, su alegría se refleja también en el tiempo: el sol brilla en un cielo azul. Tal vez deba plantearse salir de casa más a menudo, con Ainara sólo salía algún que otro viernes o para alguna fiesta. Y la verdad es que le gusta la idea de salir por ahí con Bruno, Sergio y Lía. Cuando llega a casa se da cuenta de que hay algo de lo que no se ha acordado y que es demasiado importante como para dejarlo correr: esa maldita frase en la carta de su madre. Las matemáticas no fallan y si eso es verdad ella sería… No, no quiere ni pensarlo. No puede ser verdad. Mira en el reverso de la foto de la boda de sus padres y sí, es esa fecha, ¿cómo iba a olvidarla? Coge papel y un boli y escribe la operación. Igual. Las matemáticas no se equivocan. Pero, alguien tiene que poder ayudarla, alguien tiene que saber la verdad. ¡Su abuela! Sí, solo ella puede saber  si es verdad o se está volviendo loca. Tiene el móvil en la mano. Mira la hora. Las dos menos veinte. Vuelve a mirar el teléfono. Busca en la agenda y no tarda en encontrarlo. Y llama.

-Hola, cariño. ¿Qué tal estás?
-Bien, abu. ¿Y tú?
-Con la cadera, hija, como siempre. Pero ¿qué querías?
-Hablar contigo, ¿puedo ir esta tarde a verte?
-Claro, ya lo sabes. ¿De qué quieres hablar?
-Te lo cuento esta tarde. Adiós, abu.
-Hasta luego, cariño.
Cuando llega a casa de su abuela el cielo está de nuevo cubierto.
-Mi niña preciosa.
-Hola, abuela.
-Te veo más guapa hoy.
-Cosas tuyas.
-Invenciones de una vieja chalada, ¿no? Bueno, ¿qué querías contarme?

No se atreve a contárselo. No se atreve a preguntar. Le habla de Dani, de que está preocupada por sus estudios y cosas así. No es mentira pero tampoco es lo que le ha traído aquí.
-Ay, niña, te preocupas demasiado, seguro que es una mala racha, ya pasará.
-Sí, ya pasará…
-¿Sólo era eso?
-Sí.

Entonces suena su móvil. Es Bruno. Se levanta y lo coge.
-Buenas tardes, señorita.
-¿Buenas?
-Ahora son mejores. ¿Sabes? He estado hablando con Sergio y hemos decidido ir esta noche a una fiesta de un amigo suyo. ¿Te apuntas?
-¿Esta noche?
-Sí. Di que sí, porfa.
-Pero no tengo qué ponerme.
-No te preocupes por eso, Lía se encarga. Pero vente, que sin ti no es lo mismo.
-Vale.
-¡Bien! Entonces te paso a buscar en una hora y vamos a casa de Lía a prepararnos.
-De acuerdo.
-Adiós, Azi.

La chica guarda el móvil, coge el abrigo del perchero de la entrada y se acerca a la mesa donde sigue su abuela.

-¿Ya te vas?
-Sí, tengo planes.
-¿Ainara?
-No.
-Pásalo bien de todos modos.
-Gracias- abraza a la mujer y le da un beso en la mejilla.
-Te quiero, cariño.
-Yo también, abu.

La joven se va dejando a su abuela algo intranquila, la conoce demasiado bien como para creerse lo que le ha contado. ¿Una fiesta? ¿Cómo se le ha ocurrido eso a Bruno? No es que tenga el cuerpo para fiestas pero no podía decirle que no a Bruno. Además, no puede ser tan malo, ¿no?

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