Al salir de clase, Azahara
se va a su casa y conecta su ordenador. Al abrir el correo electrónico,
encuentra un mensaje de Ainara. Son
distintos concursos de dibujo en
los que podría participar. Tras leer de qué van descarta todos menos uno. Le
comunica a Ainara su decisión y ella le promete conseguir la inscripción. A la mañana siguiente, su mejor amiga aparece
en su casa a las doce con unos papeles en la mano. Empiezan a rellenar los
documentos hasta que llegan a uno que no pueden completar.
-Tenemos un problema. Necesitamos una autorización paterna.-¿Tanto te conseguiría convencer a tu padre?- preguntó Ainara. Ella conoce lo fría que es la relación de su amiga con su padre pero desconoce lo espinoso de la historia.
-Es imposible, créeme. Dirá que es una pérdida de tiempo y que no merece la pena malgastar tiempo en esas tonterías.
-Pero no puedes dejar al mundo sin tu talento.
-Tendremos que olvidarnos de concursos.
-No, no pienso resignarme. ¿Y si le mientes?
-¿Qué dices? ¿Cómo voy a engañarle?
-Muy fácil: le dices que es para algo que te han mandado en el insti y ya está.
-Podría funcionar...
-Por supuesto que funcionará, confía en mí.
Las chicas hacen tanto ruido que Dani se despierta y acude a
ver que pasa. Le cuentan la situación y él apoya la decisión de su hermana y la
idea loca de la amiga de esta para conseguir la autorización. Esa misma tarde,
Azahara coge el móvil y llama a su padre para informarle. El hombre coge el
teléfono, después de dos intentos, con expresión malhumorada.
-¿Qué quieres?-Hola a ti también. Necesito que me firmes una autorización para el instituto.
-¿Es necesario?
-Es obligatorio. ¿Puedo pasarme en un rato por tu casa para que lo firmes?
-Vale.
-Me paso en diez minutos, hasta luego.
-Adiós.
Azahara llega allí puntual y su padre le abre la puerta
vestido todavía con el pijama a pesar de ser ya más de las cinco de la
tarde. Pasa al interior de la casa y
escucha ruidos procedentes de la cocina, su madrastra estará trasteando por
allí. Su padre apenas le dirige la mirada.
-¿Dónde están esos papeles que había que firmar?-Aquí- Azahara saca los papeles y un bolígrafo porque sabía de antemano que su padre no tendría y se los acerca a su padre. Él no se molesta en leerlos como ya habían predicho Dani y Ainara y se los devuelve.
-Bueno, ya está ¿no?
-Sí, adiós.
Él ni siquiera se levanta del sofá para despedir a su hija.
Ninguno de los dos quiere alargar ese momento así que ella abre la puerta y se
va. No saluda a su madrastra, apenas la conoce y no es santo de su devoción. Es
una mujer guapa, sí, pero más tonta que un capazo, hasta una rata es más
inteligente que ella, si la ves de costado tienes que mirar por lo menos un par
de veces para verla, parece casi anoréxica y
Azahara cree que es porque es demasiado vaga para hacerse la comida y
además es alta, así que da la impresión de que hubiesen tirado de ella para
estirarla y, por si eso fuese poco, bajo las camisetas cutres que lleva siempre
se adivinan un par de pechos enormes que parecen pegados o enganchados con un
imperdible, se gastó una millonada para poder implantárselos. En resumen,
parece una muñeca anoréxica, pechugona y de lo más artificial.
Azahara regresa a su casa. Dani la espera tumbado en el sofá
viendo la tele. La sonrisa triunfal que porta su hermana le avisa de que su
plan ha salido a las mil maravillas.
-Azi, lo has conseguido. Es genial. Te dije que iba a salir
bien.-Sí pero queda lo mas difícil…
-¿Ganar? Eres la mejor, Azi. Además tú siempre consigues todo lo que te propones.
En eso lleva razón, si por algo se caracteriza Azahara es por su constancia. Jamás abandona un proyecto que haya empezado. Aunque la confianza que normalmente tiene en sí misma flojea en algunos momentos, especialmente en esos en los que tiene que mostrar su destreza en algún asunto.
Ainara se encarga de entregar la solicitud. El concurso
estaba previsto para el día 30 de noviembre pero fue pospuesto por causas que
tanto Azahara como Ainara desconocen. Al final reciben la noticia de que se
celebrará el 11 de diciembre, sábado. La noche del 10, Azahara no consigue
conciliar el sueño. Se tapa y siente calor, se destapa y siente frío. Da
vueltas y más vueltas pero no consigue mantener los párpados cerrados más de un
par de minutos. Se duerme sobre las dos de la mañana, pero no es un sueño
tranquilo, sino encubierto por una terrible pesadilla. En ella, Azahara acude al
concurso y una vez allí, está dibujando tan tranquila cuando aparece su padre y
esa horrible esposa suya. Su padre le coge de la camisa y se la lleva fuera de
la sala y le echa una bronca de padre y muy señor mío. Después, para castigarla
y hacerla sufrir, se lleva a su hermano y lo mete en un internado y a ella la
obliga a vivir con él y su mujer.
Azahara se despierta sudando y enciende la luz de su habitación.
Intenta convencerse a sí misma de que sólo ha sido un sueño pero en su interior
sigue teniendo serias dudas. Dani aparece en su habitación, los gritos de su
hermana lo han desvelado. Azahara intenta convencerlo de que vuelva a su
habitación pero él se niega a dejarla sola. Ninguno de los dos tiene intención
de volver a dormirse así que Dani se dedica a asegurarle una y mil veces a su
hermana que todo va a salir bien.
A las nueve deciden que es hora de levantarse. El concurso
empieza a las doce y tienen que prepararse. Desayunan los dos juntos y después
Azahara se ducha. Se pone un albornoz y con la ayuda de su hermano y de Ainara,
que ha venido a ayudarla, se pone a hurgar en el armario para encontrar un
modelito adecuado para la ocasión. Después de probarse por lo menos cinco
conjuntos, los tres se ponen de acuerdo en su decisión: unos leggins que
parecen vaqueros con una camiseta rosa de manga larga con un dibujo de un
gatito, un chaleco negro y, encima de todo eso, su abrigo gris. Satisfechos
todos con el traje, Ainara coge la plancha y le alisa el pelo. Con todo esto y
casi sin darse cuenta se les hacen las once y media. Ya esta casi lista.
-Estás preciosa – dice Ainara - ¿Falta algo?
-Creo que no – contesta Azahara.
-¿Cómo que no? – protesta Dani - ¿Vas a pintar con la nariz?
-¡Es verdad!
Dani saca un estuche de la mesa-escritorio del salón y se lo
ofrece a su hermana. Ella lo coge y se lo agradece. A las doce menos cuarto
están todos preparados y listos para marcharse. Al llegar a la sala donde se
llevará a cabo el concurso, de lo primero que se da cuenta Azahara es de que es
una sala enorme, con las paredes pintadas de un azul mar y con diversos peces y
animales marinos. Pero lo que más la sorprende, sin lugar a dudas, es que allí
ya hay , por lo menos, cien o doscientos chicos y chicas más o menos de su edad
y que no para de entrar gente. Su primer pensamiento es echar a correr y salir
de allí lo antes posible, pero su hermano lo adivina y le dirige una mirada
reprobatoria.
A las 12 en punto suena un timbre y aparece una mujer de
unos cuarenta años de edad con un micrófono y un vestuario bastante pintoresco.
Anuncia que el concurso comenzará en unos momentos y que todos aquellos que no
vayan a participar deben abandonar la sala. Dani y Ainara se despiden de
Azahara y se van. Ella se sienta en una mesa junto a dos chicos y tres chicas.
Cada uno de los participantes lleva un cartelito con el nombre. A la derecha de
Azahara, hay un chico llamado Aitor. A su izquierda una chica rubia bastante
mona llamada Julia. Al lado de Aitor, una muchacha de nombre Esther. Junto a
Julia una chica asiática llamada Yumi. Y entre Yumi y Esther, un chico llamado
Bruno. El concurso consta de dos partes, como explica la mujer, entre las que
hay un pequeño descanso. En primer lugar, tienen unas dos horas para realizar
un dibujo que puede ilustrar un bosque, una playa o un paisaje urbano. Azahara
se decide por el bosque principalmente porque nunca ha visto la playa y no cree
que un paisaje urbano pueda ganar un concurso de estas características. La
verdad es que tampoco ha visto ningún bosque, si descontamos un par de
excursiones con el colegio, pero ha leído muchos libros que lo describen y
había visto fotos en internet.
Empieza dibujando unas montañas de fondo, abajo en el centro
un lago con piedras en el borde y a los lados del lago y en el resto un montón
de árboles con la textura de sus hojas y todo, en el lado izquierdo y, como
entrando en las montañas, un sol anaranjado y el cielo con algunas nubes. Y
sombrea todo dando una impresión de volumen mucho más real. No le sobra casi
nada de tiempo. En el descanso, Azahara no se levanta de su silla. Las chicas
de su mesa se levantan y se van. Aitor también, en cambio Bruno se acerca a
ella y se sienta a su lado. Azahara tiene la vista fija en la mesa.
-Esos ojos tan bonitos no están hechos para un trozo de
madera – le dice Bruno.
Azahara levanta la mirada y entonces se fija por primera vez
en el chico que ha estado enfrente suyo durante dos horas. Es guapo, más que
guapo, tiene una belleza especial que hace que todo a su alrededor parezca mas
luminoso, con más vida. ¡Y sus ojos! Son dulces avellanas brillantes. Su
sonrisa es dulce y natural y deja ver unos dientes blancos pero no perfectos.
Lleva una camiseta azul y pantalones vaqueros. Azahara no puede dejar de
mirarle.
-¿No sabes hablar?
-Sí, es solo que estaba concentrada.
-Sí, es solo que estaba concentrada.
-Ah, vale. ¿Azahara?
-Sí.
-Nunca has venido aquí ¿verdad?
-No.
-No es muy común ver a gente nueva por aquí, ¿sabes? Siempre
vienen los mismos. ¿Vas a alguna academia?
-No.
-Pues eres muy buena. He visto tu dibujo y es genial. ¿Por
qué no te apuntas a alguna clase?
-Es complicado…
-Vale. ¿Has venido sola?
-Con mi hermano y una amiga, pero supongo que se habrán ido
a casa. ¿Y tú?
-Yo vengo solo.
-¿Vas a decirme que no tienes amigos? Porque no me lo creo
-Tener tengo pero no son muchos y no es que sean de los que
ves todos los días. Pero no pasa nada, puedo sobrevivir sin ellos.
-¿Y tienes hermanos? ¿O eres hijo único?
-Sí, tengo un hermano y nos llevamos bastante bien.
Se escucha de nuevo el timbre, esta vez marca el final del
descanso.
-Bueno, hay que volver a dibujar – dice Bruno – Buena suerte.
-Bueno, hay que volver a dibujar – dice Bruno – Buena suerte.
-Igualmente.
Bruno se levanta y se sienta en su sitio. En un par de minutos la sala
vuelve a llenarse.